Por Claudia Corichi
Con la abrupta, poco estratégica y fatal apertura del mercado energético, PEMEX ha tenido que hacer frente al peor de sus momentos. Ente las bajas al precio del petróleo, los números rojos por el pago de pasivos, hasta los despidos masivos de decenas de miles de trabajadores que después de décadas enteras trabajando para la paraestatal buscan hoy sobrevivir; se construye una nueva etapa de la historia de la paraestatal que algún día llevó el esplendor del auge petrolero y del desarrollo, a comunidades enteras del país en las que hoy sólo se respira incertidumbre y desánimo. Al margen de esto, los precios del gas, las gasolinas y la energía eléctrica, suben sin mediar explicación. La caída de PEMEX, comienza a ser una debacle nacional en la que el Gobierno Federal y el partido en el poder se erigen como los únicos responsables.
La petrolera cerró 2015 con una nómina de 145,741 empleados fijos, es decir con un ajuste del 7.5 por ciento, que en números reales significó 11,735 empleos menos que en 2014. Sin embargo, se analiza que para este 2016 se materialice un recorte que se estima ronde el 30 por ciento del total de empleados en su mayor caso, o en el rango de entre 11 y 13 mil trabajadores en el escenario más reservado.
Lo cierto es que la ola de despidos continúa creciendo, en marzo de este año, se cancelaron los contratos de 139 ingenieros, y 648 empleados, solo en plataformas. Sin embargo, la situación va más allá de las fronteras de la petrolera nacional, pues Cotemar, una de las más grandes proveedoras de PEMEX, ya estructuró el despido de 2300 trabajadores por haber sido cancelados sus contratos para operar justamente en las plataformas de Campeche.
La realidad es que los recortes presupuestarios, y la importante reducción de la producción de PEMEX han afectado a estados como Tabasco, Veracruz y Campeche, en dónde la nómina en conjunto se redujo en el último año hasta en 40 mil 589 plazas laborales. En estos estados, hoteleros, contratistas y restauranteros como efecto colateral, han tenido que sacrificar ganancias para no cerrar sus negocios, ya sea mediante la reducción de sueldos, o los despidos masivos, por lo que incluso ya varios analistas aseguran que estas comunidades que otrora fueran símbolo de las bonanza petrolera, se convertirán -de no mediar soluciones prontas- en ciudades fantasma.
A este grave fenómeno habrá que sumarle el importantísimo efecto que tiene el hecho de que la petrolera esté obligada ampliar sus lazos de pagos a proveedores, a quienes les adeudaba no hace mucho poco más de 120 mil millones de pesos, y que a pesar de los pagos, aún continúa debiéndoles 58 mil millones más, lo que no sólo está afectando severamente otros sectores como lo he señalado, sino que está costando el futuro de familias completas. Para quienes viven de este sector, no es noticia que muchas empresas que concentraban hasta el 80 por ciento de sus actividades en beneficio de PEMEX, están obligadas a diversificarse o cerrar ante la coyuntura.
Ha quedado claro que Reforma Energética, enfrenta nuevamente una de sus más grandes profecías, en lugar de mover a México, está terminando con el futuro de éste. Más que la creación de nuevos empleos y mayor bienestar social, la apertura del sector está provocando la pérdida de miles de empleos y la devastación de las regiones petroleras del país, que durante varios decenios dependieron de la industria petrolera.
El reciente aumento a las gasolinas, y a la luz eléctrica evidencia que los ajuste de la reforma, fueron poco estratégicos, pero sobre todo que la narrativa del Gobierno Federal, estuvo plagada de inconsistencias y mentiras a las que hoy atendemos ineludiblemente, pues tampoco existe una especie de “plan b” para esta situación que se ha agravado ante las grandes fluctuaciones de la economía mundial. Lo peor es que no se sabe a ciencia cierta si los aumentos continuarán, porque de ser así, el impacto inflacionario de éstos tendría un efecto muy severo en la sociedad lo que agravaría el descontento social y la capacidad real de crecimiento del país.
Poco más de 2.2 millones de personas exigieron una consulta pública sobre la reforma energética que les fue negada por el PRI, PVEM y PAN señalando que se nos daría un petrolera fuerte y con capacidad competitiva ante las previstas adversidades, sin embargo hoy, la paraestatal suma pérdidas de casi 722 mil millones de pesos y una baja de ventas de casi el 27 por ciento tan sólo en el último año. PEMEX se encuentra en sus últimos momentos pero no gracias a dichas condiciones, sino a que el Ejecutivo ha decidido terminar con ella, y de la peor forma.