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Acueducto Político | Por EL CELTA
Con el mensaje a los zacatecano por el sexto informe de gobierno de la administración de Miguel Alonso Reyes, termina para muchos un ciclo que puede ser funesto; para otros termina la oportunidad de hacer negocios al amparo del gobierno, y para los más, termina un sexenio lleno de claroscuros que parecía no tener fin.
Hoy se puede hablar de los éxitos y de los logros alcanzados durante los últimos seis años de gobierno; pero también se debe hacer un alto en el camino para analizar lo que no se pudo alcanzar y los saldos que quedaron pendientes. Lo cierto es que en buena parte la sociedad no esta contenta.
Se podrán decir muchas cosas a favor, pero también es cierto que no hay un parámetro comparativo entre lo bueno y lo malo, ya que al rendir su sexto informe se siguen dando muestras comparativas con los gobiernos anteriores, habida cuenta que se hereda una enorme deuda, sin precedentes en la historia de la entidad, y que seguramente será el saldo mas negro del gobierno saliente.
Ya los resultados a difundirse y dados a conocer por el gobernador Alonso Reyes, se vieron empañados por los lamentables acontecimientos que se presentaron en las afueras del palacio de las convenciones, en donde el principal responsable es el secretario de Seguridad Pública, Jesus Pinto Ortiz, quien ordenó golpear a los profesores manifestantes de la CNTE, donde hubo tres lesionados.
A partir de los hechos sangrientos que empañaron la rendición de cuentas del mandatario estatal, se concluye que termina uno de los gobiernos con un saldo negativo en materia de seguridad pública. Las acciones llevadas a cabo por las policía estatal fueron innecesarias, ya que antes de los hechos había control por parte de los efectivos policiales.
La represión ordenada por el militar en retiro Pinto Ortiz desnuda la política del garrote llevada a cabo por la dependencia orientada a garantizar la seguridad pública de los zacatecano. Una política enfocada a cuidar a los servidores públicos de primer nivel, mientras que el grueso de la población se mantuvo siempre a la espera de justicia.
El inminente final del gobierno de Miguel Alonso Reyes se mancha no solo por la falta de “buenos resultados” en todas las áreas de la administración pública, sino que ahora la gota que derrama el vaso, es la intolerancia e intransigencia del secretario de seguridad pública, quien dio una orden de golpear manifestantes si. Agotar los esquemas de diálogo, dialogo que casi nunca hubo de parte del mandatario saliente.
No hay duda que las acciones presentadas este martes en el palacio de las convenciones, desnuda el esquema autoritario y totalitario de un gobernante incapaz de mantener cercanía con los ciudadanos. Un gobernante que no pudo establecer una comunicación eficaz y responsable con los ciudadanos, por lo tanto, prevalece hasta el final el esquema virreinal en el actual gobierno.
Puede haber “buenos resultados” en seis años de gobierno, pueden existir logros políticos, administrativos y sociales en la administración estatal, pero en el balance sobresale la herencia de una millonaria deuda pública; la existencia de un excesivo intervencionismo familiar con actos de corrupción y un acelerado enriquecimiento de los principales actores de la actual administración; y en especial, por la marcada violencia policial en contra de organizaciones contrarias al gobierno.
Existe también, a pesar de la multimillonaria inversión en instalaciones de seguridad, que el gobierno de Alonso Reyes hereda una entidad con los más altos niveles de violencia en el país. No exista la tendencia de ser un gobierno dedicado a resolver el tema y por la tanto, el saldo que entrega es negativo. Los hechos lo refieren.
En síntesis, los hechos que empañaron este martes el mensaje por el sexto informe gubernamental, revelan la imagen de intolerancia que caracterizó al gobierno estatal en los últimos seis años, en donde casi nadie se atrevió a denunciar, habida cuenta de asumir el riesgo de una persecución política que para fortuna de muchos (casi todos), está por terminar.
