Llantos por el búho

imageDIECISIETE AÑOS DESPUÉS, A RAÍZ DEL ARTERO ASESINATO A UN NIÑO DE CUATRO AÑOS EN FRESNILLO, ZACATECAS…

Por Simitrio Quezada | Análisis

El hecho fue real, el lugar de este país en que ocurrió no importa. Tras la primera hora de la jornada escolar en esa primaria varios niños de quinto grado vieron por una ventana de su salón a un hermoso y delgado búho que extrañamente caminaba agotado. Algunas niñas se estremecieron entre la majestuosidad del ave y el temor natural hacia él. Sus compañeros se atrevieron a tomarlo y, tras un mudo asentimiento de la profesora, le dieron cobijo en el aula.

Una niña le ofreció bolillo de su torta, otra buscó pepitas de calabaza, otra más acarició con cuidado la testa húmeda, las plumas abigarradas. La profesora continuó su clase sin emitir comentarios alusivos. Quiero decir que no se metió ni para mal ni para mayor bien. Quizá el ave había resentido el frío de la noche anterior, quizá llevaba días sin comer. Al iniciar la media hora de recreo una de las que más atendieron al búho, Karla, se ofreció a quedarse junto a él. Lo dejó entre folios arrugados de un periódico en lo que iba por un refresco a la tienda cooperativa.

Al regresar, Karla no encontró al ave. Mientras rebuscaba por los rincones escuchó un bullicio en la cancha, cerca de la portería norte. Asomó por el vano de la puerta y dos compañeros le contaron lo sucedido: Fabián, Héctor y Pascual, de cuarto grado, entraron al aula ajena para sacar al búho. Ahora lo pateaban con placer entre gritos de gozo y burlas.

Karla corrió, se atrevió a alcanzar a la triada carcajeante sólo para ver cómo Héctor sacaba una navaja y seccionaba el ala izquierda del búho agonizante, lastimado por los golpes. Luego el ala derecha. Fabián arrebató esa extremidad para alzarla como un trofeo. Detrás de ellos, la niña lloró pero a nadie cercano le importó eso. “Es sólo un tecolote, lerenda”, gritó Pascual.

El hecho fue real, el lugar de este país en que ocurrió no importa. Han pasado diecisiete años y, como sé quiénes son esos tres crueles, puedo agregar a esta historia que hoy Fabián trabaja en un “cíber” local, anotando en una libreta horas de acceso y desconexión de computadoras al internet mientras discretamente, con cabeza inclinada y gesto apretado, se entretiene viendo páginas pornográficas. Héctor fue reclutado para vender droga entre nuestros conocidos y dar pitazos: hace dos meses lo asesinaron. Pascual emigró hace años a Estados Unidos: su familia presume que le va bien pero otros dicen que eso es rollo de ellos para ocultar una realidad muy jodida del mojado.

hoy madre de tres infantes, quien me contó la anécdota del búho. Me la contó a propósito de la muerte del niño de cuatro años recientemente acribillado en una persecución de vehículos en Fresnillo, Zacatecas. Y me la contó porque, como en aquel día de su infancia, este domingo ella volvió a llorar.

siquezada@hotmail.com

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