
Los Hijos de la Viuda | Por Manuel Chacón | Galería
Ayer, la explanada de la Plaza Bicentenario presenció un evento que, más que manifestación, pareció un ensayo mal orquestado. La protesta contra el proyecto del segundo piso vial en Zacatecas, que supuestamente busca ser la voz del pueblo inconforme, terminó por desnudar su propia debilidad: un número raquítico de asistentes y una estrategia que rezuma más dinero que auténtica indignación social.
Las críticas al proyecto no son nuevas. Redes sociales han servido como un campo de batalla para exponer argumentos a favor y en contra. Sin embargo, lo que ayer se vio no fue una muestra de pluralidad ni un reflejo de las divisiones en la opinión pública. Fue, en cambio, una caricatura de la disidencia: pancartas clonadas, gritos ensayados y una asistencia que, al menos a primera vista, parecía financiada y dirigida por intereses particulares.
El mensaje fue uniforme, y esa uniformidad es su mayor debilidad. Pancartas con frases idénticas levantadas al unísono no son evidencia de un movimiento orgánico, sino de una estrategia financiada que busca simular un clamor que no existe. Las imágenes hablan por sí mismas: un puñado de personas con carteles recién impresos, sin variación en su contenido ni creatividad en su ejecución. ¿Qué tan espontáneo puede ser un acto donde hasta los detalles estéticos parecen haber sido dictados por un comité?
El segundo piso vial es un proyecto que divide opiniones, y con razón. Hay quienes lo ven como una solución a la creciente problemática vial de la capital, mientras que otros lo perciben como un gasto innecesario y una agresión al tejido urbano de Zacatecas. No obstante, una manifestación que no logra conectar con la gente sólo refuerza la narrativa de que las críticas al proyecto están más motivadas por intereses políticos o económicos que por un deseo real de mejorar la ciudad.
La Plaza Bicentenario vacía es el símbolo de una realidad incómoda: no basta con tener argumentos en contra de una obra; se necesita una base social que los respalde. Y esa base, al parecer, no existe. La polarización en redes sociales no se traduce en presencia física, y la falta de diversidad en los mensajes sólo profundiza la percepción de que este movimiento no representa a Zacatecas, sino a unos cuantos.
Mientras tanto, el debate sigue. Pero si quienes se oponen al segundo piso quieren ser tomados en serio, necesitan algo más que pancartas prefabricadas y estrategias financiadas. Necesitan convencer a la ciudadanía, llenar las plazas con voces genuinas y demostrar que su causa trasciende los intereses de los de siempre.
Porque el pueblo, cuando de verdad quiere manifestarse, no necesita uniformidad. Necesita auténtica convicción.
¡A Mí los Hijos de la Viuda!











