La salida de Luis Videgaray del gabinete y la llegada de José Antonio Meade a Hacienda ajusta necesariamente la carrera presidencial hacia 2018. Al interior del PRI, las posibles aspirantes ven un carril liberado. Para los de oposición, una herramienta más para golpear la línea de flotación del tricolor. Y en la baraja del presidente los lugares se reacomodan.
El primer ganador que se quita un rival es Miguel Ángel Osorio Chong. Ya desde las diversas encuestas publicadas en medios nacionales, el secretario de Gobernación despunta como aspirante priista, y Videgaray no le representaba mayor problema pues sus preferencias no superaban el 5 por ciento.
El siguiente ganador por supuesto que es José Antonio Meade. Si bien en los sondeos tiene poco menos del 10 por ciento, no tiene los “negativos” de Videgaray: la responsabilidad del manejo de la economía, los señalamientos de la deuda pública creciente y tintes de corrupción o conflicto de interés por el caso Malinalco.
Expertos del sector económico-financiero destacan la llegada de Meade a la SHCP, como un gran conocedor de la materia. Por ese lado se envía una señal positiva a los mercados y calificadoras. Si logra remontar el ámbito económico en 2017 (donde el panorama va de lo gris a lo complicado), se volverá un serio contendiente.
Videgaray, aunque aparentemente pierde y se va con la carga de haber operado la reunión con Donald Trump, sus opciones son amplias. En los pasillos políticos no se le descarta para la elección del Estado de México el próximo año; así sea como operador, tal y como ocurrió en 2012. En el caso más extremo tiene 4 opciones de embajadas en el exterior que carecen de representante.
Por otro lado, Miguel Ángel Osorio Chong no pudo tener un triunfo redondo. La entrega de la Secretaría de Desarrollo Social a Luis Enrique Miranda, uno de los amigos más cercanos del presidente, garantiza que los programas sociales y la estrategia antipobreza se pongan a disposición de quien el presidente impulse o considere su “delfín”.
En ese caso, la partida de Videgaray de poco ayuda a las causas de Aurelio Nuño o Eruviel Ávila. En las encuestas sus preferencias no han “levantado”. Y por lo que se ve (salvo un cambio de timón inesperado) no hay motivos a corto plazo para hacer crecer sus expectativas.
El PRI pierde otro aspirante, pero libera presiones dentro y fuera. Ya no carga con “los pasivos” de Videgaray. Aún falta revisar la estrategia que se ponga en marcha tanto para el Estado de México, como para la elección 2018. Allí se sabrá de verdad donde están los ganadores y perdedores de este trance.
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