Encuestas a modo: el espejismo del posicionamiento político de Miguel Varela

Por El Druida | Opinión

Desde la bruma del poder, El Druida revela lo que otros callan

“Cuando la voz del pueblo se reemplaza con voz sintética, la democracia peligra.”

En Zacatecas, las encuestas ya no miden la realidad: la fabrican. El reciente ejercicio de la encuestadora LEMA, apadrinado por el grupo informativo B15 Noticias, no es la excepción. Bajo una supuesta capa de rigor metodológico y modernidad tecnológica, se esconde un montaje hecho a la medida para beneficiar a ciertos actores políticos, entre ellos el alcalde capitalino Miguel Varela Pinedo, quien aparece sorpresivamente con una aprobación del 45.7%. ¿Casualidad o cálculo político?

Se nos quiere vender que esta encuesta es un estudio técnico impecable. Se habla de un “muestreo aleatorio estratificado polietápico”, de “inteligencia artificial”, de “rotación equitativa para evitar sesgos” y hasta de una “voz sintética” que hace las preguntas. Palabras rimbombantes que suenan muy bien… pero que, en realidad, son puro maquillaje metodológico para disfrazar un ejercicio profundamente cuestionable.

El instrumento fue una encuesta telefónica automatizada, es decir, llamadas robotizadas. ¿Cuántos hogares de Zacatecas y Guadalupe –especialmente en las colonias populares– contestan una llamada grabada para hablar de política? Y más importante aún: ¿cómo verifica la inteligencia artificial el tono, la sinceridad o el contexto emocional del encuestado? No lo hace. No puede. Y por eso mismo, basar una narrativa política en una herramienta tan impersonal como frágil es un error… o una estrategia deliberada.

Nos dicen que se realizaron más de 47 mil llamadas y se obtuvieron 777 entrevistas efectivas por municipio. Es decir, más del 98% de las llamadas no sirvieron. ¿Eso es eficiencia? ¿O más bien un síntoma de rechazo ciudadano ante una práctica invasiva y poco confiable? Además, el margen de error del 5% y el intervalo de confianza del 95% suenan técnicos, pero son cifras genéricas que cualquier encuesta mediocre puede arrojar sin un verdadero control de campo.

Ahora, pasemos a los resultados. Miguel Varela aparece con una aprobación de 45.7%, superando incluso al alcalde de Guadalupe, José “Pepe” Saldívar, quien tiene 42.8%. Esto, a pesar de que en Zacatecas capital las quejas ciudadanas por inseguridad, baches, abandono de servicios y opacidad administrativa han sido constantes. ¿Cómo se explica esta desconexión entre la percepción en la calle y los números en la tabla? Fácil: no se explica. Se fabrica.

Más aún: se nos dice que la aprobación presidencial de Claudia Sheinbaum en Zacatecas es del 50.1%, prácticamente idéntica al porcentaje con el que ganó en 2024. ¿Estamos hablando de una ciudadanía estática, inmutable, ajena a cualquier coyuntura? Difícil de creer. Pero lo más revelador es la inclusión de un comparativo con el gobernador David Monreal, cuya aprobación cayó al 21%. Este dato no busca informar, sino establecer una narrativa: “Varela y Saldívar suben, Monreal cae”. El mensaje es claro: se están reposicionando fichas dentro del ajedrez político local.

La vitrina metodológica parece más una cortina de humo que un ejercicio de transparencia. Ocho preguntas, sin supervisión humana, sin posibilidad de repreguntar, sin garantías de profundidad ni contexto. Un modelo de ponderación “proporcional lineal” que nadie fuera del círculo técnico puede verificar, pero que convenientemente entrega resultados que respaldan a los aspirantes del momento.

La pregunta de fondo es: ¿quién paga estas encuestas y con qué fin? Porque si el objetivo es imponer una percepción artificial para posicionar a Miguel Varela como opción viable rumbo a futuras contiendas, entonces estamos ante un caso de manipulación disfrazada de ciencia. Y eso, más que una falta técnica, es una falta ética.

Al ciudadano no se le puede engañar con cifras vacías ni con voces sintéticas. La verdadera encuesta está en las calles, en las urnas, en la conversación cotidiana. Y allí, la historia que se cuenta es muy distinta.

Porque al final, las encuestas no gobiernan. Los pueblos sí. Y los pueblos, cuando abren los ojos, no se dejan llevar por espejismos hechos a modo.

“Cuando la metodología se convierte en espectáculo, el resultado es una ficción.”

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