
Desde la bruma del poder, El Druida revela lo que otros callan.
Por El Druida
En Zacatecas se ha desatado un hervidero de movilizaciones que, más que expresar un espíritu legítimo de lucha social, exhiben la peligrosa deriva de un magisterio partido, manipulado y convertido en rehén de sus propias dirigencias. Durante cuatro días, el estado será escenario de bloqueos, tomas y marchas promovidas por el SNTE, la CNTE y grupos afines, que han decidido convertir la protesta en una herramienta de desgaste político más que en un acto de responsabilidad histórica.
Lo que ocurre no es espontáneo. Es una coreografía de descontento que se alimenta de viejas heridas, pero también de intereses que buscan abrir grietas en la gobernabilidad local.
Y el pueblo —ese que debe ir a trabajar, que pierde su salario diario, que vive al día— es, como siempre, el que paga la factura.
Día 1: Los Normalistas abren la puerta del caos
El primer acto corrió a cargo de los estudiantes de la Normal de San Marcos.
Bloquearon el bulevar en ambos sentidos. Su argumento: reivindicar la educación normalista y visibilizar sus condiciones.
El Druida lo dice sin rodeos: la causa puede ser noble, pero el método es torpe.
Cuando los estudiantes se convierten en punta de lanza para paralizar una ciudad, lo que vemos no es un despertar social, sino una estrategia donde los grupos de presión utilizan a la juventud como ariete político.
Esto abrió el ciclo: la semilla de la inconformidad se sembró no solo entre maestros, sino entre quienes apenas ingresan al mundo educativo.
Día 2: El viejo reclamo del ISSSTE convertido en bloqueo
Al día siguiente, el magisterio formal tomó la estafeta.
Exigen la abrogación de la Ley del ISSSTE de 2007, una demanda histórica, profunda y legítima… pero que se vuelve rehén de tácticas que afectan a miles de zacatecanos que nada tienen que ver con la discusión.
La jubilación, las pensiones y los derechos laborales son asuntos de Estado.
Pero cerrar el bulevar es un chantaje, no una negociación.
El Druida lo ha dicho antes:
“Cuando un movimiento pierde rumbo, se convierte en ruido. Y el ruido nunca construye justicia, sólo desgasta.”
Día 3: El día del colapso programado
Viernes: carreteras, casetas de peaje, accesos a la capital.
Una estrategia de máxima presión que busca paralizar la infraestructura crítica del estado.
En política, nada de esto es casual.
La expansión simultánea del conflicto en todo el territorio es señal inequívoca de una operación coordinada desde las cúpulas gremiales, no desde las aulas.
Este día mostrará que el movimiento ya no busca diálogo:
pretende doblar al gobierno.
Y cuando la protesta se vuelve instrumento de guerra política, pierde su vocación social.
Día 4: La Cuatro días de movilización: Zacatecas entre el hartazgo y la manipulación gremial de la generación Z y la protesta transversal
El sábado 15 será la jornada más simbólica.
Ya no habrá solo maestros o estudiantes: se sumará la generación Z, inconforme, ruidosa y profundamente digitalizada.
Se unirán ciudadanos que denuncian la corrupción, la violencia y la impunidad, detonados emocionalmente por el asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo.
Esta marcha rompe el cerco gremial y lo transforma en un acto social-político.
La protesta deja de ser sectorial y se convierte en un reclamo nacional contra el deterioro institucional.
Aquí El Druida advierte algo:
En manos equivocadas, este tipo de energía social puede ser combustible para intereses que nada tienen que ver con justicia ni dignidad.
El trasfondo: gobernabilidad sitiada
Lo que vemos en Zacatecas es un tablero donde cada pieza mueve su agenda.
El magisterio reclama, pero sus dirigencias negocian en lo oscuro.
La CNTE y el SNTE juegan a ver quién domina la calle.
Los normalistas buscan identidad.
Y la generación Z quiere destruirlo todo para reconstruirlo… sin saber aún cómo.
Mientras tanto, la gobernabilidad se administra en modo contención.
El Druida observa, reflexiona y escribe:
“La protesta es necesaria; el secuestro de la ciudad, no.”
Conclusión: Zacatecas está cansado
Cuatro días de bloqueos no construyen democracia.
No mejoran la educación.
No dan justicia a nadie.
No corrigen la corrupción.
Solo generan hartazgo y fracturas.
Zacatecas merece una lucha digna, no una parálisis inútil.
Y quienes hoy marchan deberían recordar que la legitimidad de un movimiento se mide no por el ruido que hace, sino por el bien que logra.

ZHN | Zacatecas Hoy Noticias Noticias de Zacatecas, México